El Bicentenario de la Autonomía Provincial



A casi 200 años de la declaración de la Autonomía provincial, es necesario interpelar desde la Historia los procesos políticos, económicos y sociales que derivaron en el inicio de la organización de las provincias a partir del surgimiento de los caudillos del interior y la crisis de 1820. Para sintetizar estos 200 años de historia y en el marco de la conmemoración del Centenario de la Reforma Universitaria, es conveniente señalar que luego de creado el Virreinato del Río de la Plata, se crearon las Intendencias, entre ellas la de Salta del Tucumán que incluía a Santiago del Estero. Este régimen se mantuvo hasta 1814 cuando, por decreto del Director Supremo Posadas, una nueva subdivisión vino a colocar a Santiago bajo la jurisdicción de Tucumán. Para Alén Lascano “Esta división no respondió a cálculos políticos, ni a una equitativa distribución de la población, ni de las fuentes de riqueza, sino a la polarización que ejercían las principales ciudades en sus territorios de influencia con sus instituciones comunales”.

Así, el siglo XIX encontrará a la “Madre de Ciudades” en situación de dependencia, primero de Salta y luego de Tucumán. Esta dependencia, sin duda alguna, vino a alterar el espíritu santiagueño, provocando los intentos revolucionarios de 1815 y 1816 acaudillados por Juan Francisco Borges. Si bien estas revoluciones fueron sofocadas y Borges fusilado el 1 de enero de 1817, los hechos demostraron que el caudillo no se levantó en persecución de un propósito traidor, todo lo contrario: fue un líder revolucionario, un líder que hubo que matar para hacerlo callar. El historiador Orestes Di Lullo dirá de Borges que “…pudo ser un héroe de mayores proporciones pero su trágica muerte malogró su brillante carrera y privó a Santiago de un líder”.

Sin embargo y a pesar del fracaso inicial, el ideario borgiano será retomado más tarde por Juan Felipe Ibarra: militar, caudillo, que no dudó en responder a la nueva acometida de Bernabé Aráoz en su pretendido anhelo de conformar la República del Tucumán. Ibarra, marchó desde el Fuerte de Abipones hacia la capital santiagueña y, en los alrededores del Convento de Santo Domingo, se produjo el combate con el consecuente triunfo de las huestes ibarrianas. Y así, según describe Di Lullo, “el viernes Santo de 1820 mientras Jesús agonizaba en la Cruz, Santiago del Estero nacía como provincia autónoma, consumándose el proceso de liberación en que había sucumbido Borges tres años antes”.

Más tarde, el 27 de Abril se procedió a la formal Declaración de la Autonomía, que recién fuera reconocida por Tucumán un año después con la firma del Tratado de Vinará. El documento del 27 de Abril contiene una fundamentación doctrinaria que hasta el momento nadie había proclamado. En efecto, fue una clara definición por el sistema federal, pues allí se declaró “…no reconocer otra soberanía ni superioridad sino a la del futuro Congreso que organizaría la federación”. Además, concluía ofreciendo “…amistad a los hermanos tucumanos y el olvido del pasado”.

Es decir que la emergencia de las soberanías locales fue la respuesta de los pueblos del interior a las pretensiones centralistas de Buenos Aires. Las provincias, en consecuencia, no surgieron como parte constitutivas de un estado central sino como Estados Soberanos, autónomos, con un nuevo régimen representativo. Así se da inicio al proceso de provincialización con nuevas jurisdicciones que hoy conforman el mapa de la República Argentina y, en este sentido, Santiago del Estero fue protagonista al interpretar los anhelos que el pueblo argentino ya comenzaba a manifestar: la organización de un Gobierno Federal.

A partir de 1820, Santiago vivió su propia historia participando en Congresos y Asambleas nacionales que perseguían el ordenamiento constitucional. Un claro ejemplo será la intervención en el Congreso de 1853, donde los representantes santiagueños José Benjamín Gorostiaga y Benjamín Lavaisse tuvieron una actuación sobresaliente en la redacción y sanción de la C.N.A., cuya estructura jurídica se debió en su mayoría a las notables condiciones intelectuales del Dr. Gorostiaga.

Era la segunda mitad del Siglo XIX, donde la ciudad comenzaba a nomenclar y numerar sus calles tomando como eje central la actual calle Libertad, también se crearon el Colegio Nacional y la Escuela Normal y se asistió a la llegada del FF.CC. Hacia finales del siglo, el gobierno de Absalón Rojas cambiará la fisonomía de la ciudad, sus calles son pavimentadas, se coloca luz eléctrica, se dio el nombre de “Libertad” a la Plaza Central y se crearon cuatro nuevas: Belgrano, Independencia, San Martín y Roca. Sin embargo, el Siglo X

Comentarios